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domingo, 22 de marzo de 2015

El macho management y la nueva gestión pública

"La administración, en cambio, debería encontrar su finalidad en la capacidad para resolver los conflictos y responder a las demandas del entorno social"

Jesús Martínez. Blog Trabajo colaborativo.- Hay dos maneras de recoger los niños a la salida del colegio, la de los padres y la de las madres. En términos generales, los padres son muy eficientes, son unos expertos en recogida de niños: llegan, los cogen y los de devuelven a casa de forma meteórica. En cambio, las madres, se detienen con las otras madres, hablan, socializan, y establecen vínculos y redes entre ellas. No son tan eficientes en términos gerenciales. Pero, y está en la paradoja, aun no consiguiendo ese tipo de objetivos de forma optima, consiguen otro tipo de imponderables (de intangibles) que a la larga aportan más valor.
 
 Veamos: Las madres esperan la salida de sus hijos del colegio hablando las unas con las otras; relacionándose, comunicándose, construyendo red. Su actitud contrasta con la de muchos padres, grandes profesionales y expertos recogedores de niños. Los padres, no se distraen hablando con nadie sino que se concentran en realizar su tarea con la máxima eficiencia y rapidez. Cuando el niño aún no ha acabado de cruzar la puerta de salida, el padre ya lo ha recogido, han cruzado el patio y ya suben al coche. Hacia casa, como un rayo, satisfaciendo todos los indicadores de economía y eficiencia que pudiéramos tener. Esta profesionalidad, sin embargo, puede provocar que a la mañana siguiente todos vistan con ropa de deporte menos el nuestro: no nos enteramos que habían cambiado la clase de gimnasia. También nos obliga, cuando por alguna razón no podemos ir a buscar a nuestro hijo, a externalizar la tarea, a pagar a otro profesional para que realice el servicio. Mientras, las madres continúan hablando. Parece que no tienen prisa. A veces, cuando el niño sale del aula pasa un rato perdido, jugando con sus amigos mientras las madres continúan charlando como si tal cosa. Si algún padre acompaña a su mujer, se aprecia cómo pierde la paciencia y los nervios ante la ineficiencia de unas madres que pierden el tiempo, que se distraen y que no se concentran en su trabajo. Pero estas madres sí que están haciendo su trabajo, ¡y de qué manera! No son tan rápidas, es cierto, pero saben que al día siguiente necesitarán una cartulina, intercambian información sobre actividades extraescolares, comentan los problemas con sus hijos, se explican dónde comprar ropa a buen precio, y se ayudan las unas a las otras cuando lo necesitan. Quizá sean técnicamente peores, pero su servicio es infinitamente más rico, más sofisticado, más complejo, más completo… mucho mejor para los niños.
Autor:
Quim Brugué

Hace unos días, el profesor Quim Brugué, mediante el relato anterior, nos hacía reflexionar sobre los límites de la eficiencia en la Administración Pública. Nos planteaba esta pregunta: en el caso hipotético de que la Administración fuese altamente eficiente, ¿la valoración de los ciudadanos y, por tanto, sus problemas estarían resueltos? Quim Brugué se mostraba muy escéptico. Él y otros expertos en gestión y políticas públicas, en los últimos años se manifiestan muy críticos con las aportaciones de la conocida como Nueva Gestión Pública (New Public Management). Esta teoría, recordamos, fue introducida en los años ochenta del pasado siglo, y se basaba en trasladar las técnicas y metodologías de la gestión de la empresa privada a la pública. Esta puede ser una buena definición: La nueva gestión pública persigue la creación de una administración eficiente y eficaz, es decir, una administración que satisfaga las necesidades reales de los ciudadanos al menor coste posible, favoreciendo para ello la introducción de mecanismos de competencia que permitan la elección de los usuarios y a su vez promuevan el desarrollo de servicios de mayor calidad. Todo ello rodeado de sistemas de control que otorguen una plena transparencia de los procesos, planes y resultados, para que por un lado, perfeccionen el sistema de elección, y, por otro, favorezcan la participación ciudadana (García Sanchez, 2007).

Para Brugué, la Nueva Gestión Pública, habría tenido dos tipos de manifestaciones: la versión dura hard (o macho management ) y la versión soft. Así las describe:

1-Hard management:…se trata, de expulsar la irresponsabilidad burocrática y de sustituirla por la obligación de rendir cuentas que impone el mercado y la competencia…, el principal defecto se encuentra en la incapacidad para imponer premios y castigos, en la imposibilidad de lograr que las actuaciones -mejores o peores- generen consecuencias… para revertir esta situación y recuperar el estilo “machote” que caracteriza al mercado, la NGP propone un conjunto de medidas modernizadoras: la externalización de servicios, la división de roles, la gerencialización, la dirección por objetivos, los contratos programa, los quasi-mercados, etc.

2-Soft management: El problema de la Administración burocrática ya no es la irresponsabilidad sino la segmentación. La principal perversión de la burocracia se encuentra en su alma racionalizadora y profesionalizadora; un alma que nos encierra en la jaula de hierro weberiana y que nos impide la comunicación y la coordinación. Una administración de reinos de taifas es una administración rígida y cerrada sobre sí misma, sin capacidad de respuesta, sin flexibilidad y sin creatividad. Para promocionar estas virtudes, la NGP nos propone poner en marcha programas de calidad, reformas en la gestión de los recursos humanos, equipos de mejora, cartas de servicio, círculos de calidad, planes estratégicos, modelos participativos de dirección, procesos de descentralización administrativa, etc.

Pues bien, ni en la versión hard, ni tampoco en la versión soft, los problemas de los ciudadanos quedarían resueltos. En los últimos años , además, y producto de la gran complejidad de nuestras sociedades, se nos plantean nuevos retos que no admiten soluciones fáciles. Estos problemas ponen de nuevo a prueba el management que incorpora la Nueva Gestión Pública. Son conocidos como problemas malditos, y cada vez se dan con más frecuencia. Con lo cual, la pregunta que se plantea, ahora que empezamos a domesticar y resolver algunos problemas por la vía de ser más eficientes es la siguiente: ¿hemos de renunciar a estas técnicas y metodologías que nos ayudaban a ser más eficientes?.
 
Seguramente no. Quizás únicamente nos quede recurrir al sentido común. Encuadrarnos en parámetros de governanza abierta y apostar por fórmulas de gestión más complejas: por ejemplo, lo que Quim Brugué llama Administración
  Pública Deliberativa: una etiqueta que utilizamos para destacar que el principal objetivo de una eventual modernización administrativa no debería ser la eficiencia sino el diálogo. La administración debe ser eficiente, pero éste no es su objetivo último. La administración, en cambio, debería encontrar su finalidad en la capacidad para resolver los conflictos y responder a las demandas del entorno social. De este modo, en un mundo cada vez más complejo y fragmentado, una administración deliberativa se caracterizaría por utilizar el diálogo como herramienta para el equilibrio y la creatividad.
 
En cambio, otros prefieren el término administración inteligente. Antonio Díaz y Óscar Cortés, en su obra reciente Gestión Inteligente de las redes sociales en la Administración Pública, la definen así:

El problema actual es que los cambios que se avecinan, y que ya están en marcha, son de tal magnitud que en muchos casos pueden requerir innovaciones prácticas y disruptivas, o más aún, que la naturaleza profunda de estos cambios cuestione el propio sentido o existencia de algunos organismos tal y como hoy están concebidos. Es por ello que necesitamos administraciones inteligentes que sean capaces de entender lo que está ocurriendo, transformarse anticipadamente e incluso liderar, restando incertidumbre, los propios procesos de cambio….

Y afirman más adelante:…

la cuestión está en encontrar nuevas formas de cooperación entre Administraciones, con la sociedad civil, el mercado y los ciudadanos, cada vez más “prosumidores” de servicios en todos los sentidos; profundizar en fórmulas de trabajo en red, en un mundo y una sociedad que funcionan permanentemente en una dinámica de redes. Esto tiene implicaciones profundas en el modelo de dirección pública y de liderazgo, cada vez más distribuido en los diferentes nodos de la red.

 El trabajo transversal, que rompe las barreras departamentales y encuentra la cooperación entre profesionales innovadores, será cada vez más frecuente. Habrá que seguir mejorando los procesos de servicio, claro, pero será necesario trabajar simultáneamente en proyectos rupturistas, sin miedo a la desaparición de algunos de los programas existentes para crear otros nuevos.


Aprendizaje continuo

En cualquiera de los dos casos anteriores, no nos equivocaremos mucho si decimos que, sea cual sea la opción preponderante en el futuro, la base consistirá, como hoy, en profesionales preparados, en aprendizaje continuo, que conforman organizaciones que aprenden, las cuales son capaces de afrontar los nuevos retos con renovado afán de ofrecer el mejor servicio público posible.

Nota: esta entrada se publicó originalmente en el Butlletí Compartim 31

sábado, 7 de junio de 2014

La Asociación Española para la Calidad (AEC) ultima un proyecto de certificación de Directivos Públicos Profesionales

Altos funcionarios debatieron en una Jornada profesional sobre la situación actual de la dirección pública en España


G.P. Luis Barbado.- Según declaró la representante de la Asociación Española para la Calidad (AEC), Diana Tallo, en el transcurso de la I Jornada sobre la situación de la Dirección Pública Profesional en España, celebrada el pasado miércoles en el Colegio de Politólogos y Sociólogos de Madrid, en los próximos meses esa entidad privada e independiente estará en disposición de certificar Directivos Públicos Profesionales.

La certificación se efectuará a partir de un proyecto diseñado por Fundación para los Compromisos de la Calidad, que preside Fernando Monar, y que se implementa a partir de la verificación de competencias profesionales de los aspirantes (requisitos de titulación de grado, experiencia profesional, habilidades o competencias directivas, etc. ).

Las competencias o habilidades directivas deberán acreditarse a través de una serie de pruebas y ejercicios en los que los aspirantes deberán resolver satisfactoriamente situaciones planteadas por unos evaluadores de directivos públicos ya formados y en proceso de certificación por la propia AEC entre directivos públicos en ejercicio.

En principio, se certificarán directivos de Nivel 1, apropiados para ejercer una responsabilidad media aunque la idea es hacerlo posteriormente con niveles superiores, aptos para dirigir equipos o administraciones públicas de gran volumen o complejidad.

 Tanto la AEC como la Fundación para los Compromisos de la Calidad llevan meses exponiendo y presentando su proyecto ante representantes de distintos organismos públicos de todos los niveles de las distintas administraciones públicas. Para estas dos asociaciones promotoras, la acogida de la iniciativa ha sido muy favorable, lo que les ha animado a seguir dando los pasos necesarios hasta culminarlo con la fase final de las certificaciones. A su vez, el proceso de certificación de la AEC espera ser refrendado con la acreditación que se realice por parte del organismo oficial ENAC* (Entidad Nacional de Acreditación).

Coincidencia en el diagnóstico
La necesidad de contar con directivos públicos cualificados y profesionales al frente de nuestras administraciones se puso de manifiesto una vez más durante las distintas intervenciones de la Jornada organizada por Fundación para los Compromisos de la Calidad.
El primero en hacerlo fue Manuel Arenilla, director del INAP, que habló del papel del directivo público en la innovación y transformación de las AA.PP. Le siguieron Manuel Tornadijo, coordinador de RR.HH del Ayuntamiento de Rubí; Carlos Suso, del Instituto Andaluz de Administración Pública; Enrique Sánchez, de la AGE; Antonio García, Gerente de la Gestión Integrada de Salud de la Xunta de Galicia; Ángel Parreño, de la Asoc. de Directoras y Gerentes de servicios Sociales; Eduardo Gutiérrez, profesor de Ciencia Política y Administración de la UCM, Paz Peraita, Coordinadora de AA.PP de UPyD, y Antonio Díaz, experto en gestión pública que habló de los gobiernos locales inteligentes. Por su parte Diana Tallo, de AEC,  relató la gestación del proyecto de certificación y acreditación de directivos públicos profesionales señalado al inicio.

Abrió la jornada Lorenzo Navarrete, decano del colegio de Políticos y Sociólogos, que saludó a los asistentes e hizo un planteamiento inicial de los objetivos de la Jornada.
Todos ellos dejaron claro que los directivos públicos profesionales son una alternativa real, casi la única posible, frente a la situación actual, caracterizada por la excesiva politización y el escaso nivel de exigencia profesional -en cuanto a selección/acreditación y evaluación- de la dirección pública española actual. En definitiva, que el mérito y la capacidad profesional debe prevalecer sobre la idoneidad política.

Enrique Martínez de la AGE y Rodrigo Martín Coordinador del Comité para la Excelencia de la Dirección Pública (CExDiP) fueron los relatores de la jornada.
 De su contenido se publicarán en breve las presentaciones y previsiblemente los videos. 

*ENAC. El próximo 9 de junio se celebra el Día Mundial de la Acreditación, iniciativa global establecida conjuntamente por International Accreditation Forum (IAF) e International Laboratory Accreditation Cooperation (ILAC) para generar conciencia acerca de la importancia de las actividades relacionadas con la acreditación y acercar la acreditación y los servicios acreditados a la administración, las empresas y los ciudadanos.