Por Sergio Jiménez- Analítica Pública blog- Pues ya está: hace unos días acabo 2019 y el decenio que
empieza por el 1. Sí, ya sé que las cenas de navidad y las RRSS han movido
pasiones acerca de si la década acaba en 2019 o 2020. Bueno, si contamos,
sería en 2020, pero la RAE también permite el término década a los 10 años que
empiezan con el mismo número. En estos 10 años han pasado muchas cosas: con
echar un vistazo a vuestra vida podréis apreciarlos. Yo me he mudado 2 veces de
país, he montado este blog, hemos amado y odiado a la Khalessi, y el Athletic
de Bilbao ha jugado varias finales. Pero ¿hay cambios en el egobierno?
En este post podrás ver:
1.- Cambios en el egobierno de tipo legal
La legislación: de la LAECSP a las leyes 39 y 40
El primero de nuestros cambios de egobierno es el cambio de
las leyes. En 2010 estábamos en un presunto acelerón con la Ley de Acceso
Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos (LAECSP) que,
presuntamente, tenía que garantizar el acceso a todos los servicios on-line
como derecho. De hecho, en 2010, se estaba tratando de llegar a este horizonte
(bueno, más o menos), pero, además, esperábamos con algo de retraso, la
publicación de los Esquemas Nacionales de Interoperabilidad y de Seguridad.
La LAECSP parte de una filosofía muy europea: fijar una norma como derecho y
que la ciudadanía denuncie incumplimientos. Este enfoque es común a la
Directiva Europea de Servicios que pretendía que, para 2011, si abrías un
negocio en Colonia, te valiera el mismo permiso para hacerlo funcionar en
Cádiz.
A 2020 llegamos, al menos en España, con otro enfoque. Las
Leyes 39 y 40 de 2015 cambian de una visión “finalista” (haz lo necesario
para tener estos servicios) a una visión más integral (todo es digital y tienes
que hacerlo así, esperando tener efectos en la Administración). El tono cambia
al hacer obligatorio todo el procedimiento Administrativo electrónico. Sin
embargo, como ocurrió con 2011, ahora estamos a la espera de algunos aspectos
nucleares de la ley con no poca
polémica.
Hay que decir que en estos 10 años, en el plano legislativo
la economía ha tenido un papel definitivo. Como bien señala Fernando de
Pablo en un artículo en la obra de Isaac
Martín Delgado, no sólo la crisis hizo tener que cumplir con leyes
ambiciosas con poco dinero, es que el enfoque de la Ley, tanto a nivel español
como europeo ha
buscado usar la e-administración para dinamizar la economía.
La contratación y facturación: de leyes a facturas
El segundo punto a mirar es la contratación. En 2010
estábamos en un proceso de cambio de fondo; la Ley de Contratos
del Sector Público. 10 años después nos encontramos con una nueva Ley de contratos
de sector público debido a la transposición de las directivas
europeas. No voy a opinar demasiado sobre la comparativa, porque hay gente de
sobra cualificada para ello en la blogosfera, como, Guillermo
Yañez, Pilar Batet, Jaime de Pintos o Juan Carlos Melián entre otros. Si
que quiero dar una opinión: como
operador privado ni una ni otra me parecen más fácil. No es fácil entender
las leyes, no es fácil contratar, y, desde luego, apuestas supuestamente
importantes como el ROLECE no
han estado a la altura.
También en 2010, teníamos un primer esfuerzo por impulsar la
factura electrónica que no salió nada bien y tuvimos que esperar a 2015 para
que fuera obligatoria. Ahora es obligatorio, y, si coges el truco y contratas
un proveedor
privado (aquí la administración ha externalizado el coste sin mucho
remordimiento), es más cómodo. Eso sí, no creo que nadie se ha sentido ni
arropado ni impulsado a usarlo.
Como decíamos antes, la ley ha tratado de usar la
eAdministración como dinamizadora de la economía. Sin embargo, también vista la
Ley de Contratos y el tema de la factura, ese impulso, al menos en el
plano local, se centra mucho en establecer unas normas o marcos y que luego el
resto tengan que adaptarse como buenamente puedan… A veces la presión es
bastante grande y el cambio sencillo y la cosa sale (la factura electrónica en
su segundo intento) y otras no tanto (varias fórmulas de la Ley de Contratos).
Transparencia y gobierno abierto: amor, decepción y rutina
En 2010 estábamos con el subidón de Barack Obama y su plan
por el Gobierno Abierto. En 2020 estamos en un impeachment a Donald Trump en el
que hay pocas posibilidades de destitución del presidente y la fiabilidad de
las noticias sobre política (y de muchas otras cosas) por los suelos.
Cuanto empezamos la década, en 2010, la crisis económica,
que había tratado de manera especialmente dura a España, dio lugar a una
aspiración lógica: si parte de lo malo que pasa es por la corrupción y por
gobiernos que mienten y no cumplen, cuanto mayor control al gobierno (y
participación) menos riesgo habrá de crisis. Esto hizo que tuviéramos un
movimiento político que aunque global en España fuera importante (el 15M) en el
que la apertura del gobierno era crucial.
Sin embargo, fue un gobierno conservador el que en 2013 sacó
una Ley de Transparencia que muchas personas juzgan insuficientes. No soy yo el
que opine, porque de nuevo hay gente más que cualificada como Miguel Angel Blanes, Rafael Camacho,
Fran Delgado u otras muchas personas, pero si que creo que, como en las
apps de citas, había unas expectativas que luego no se cumplieron, pero al
final, se acaba adaptando uno a lo que hay. Además, tenemos un avance (y
freno) de iniciativas
de participación o un uso desigual de la rendición
de cuentas.
En todo caso, diría que la cosa es que 10 años después
aunque hay más cosas que abren gobierno, no
parece que los gobiernos estén más abiertos o, mejor dicho, esa
apertura tenga los efectos deseados. Quizá la tarea es demasiado grande para
los gobiernos, o los retos a los que se enfrenta
esta apertura son ingentes, de manera que, o cambiamos de enfoque o se
buscan aliados
que hagan que ese gobierno abierto llegue más lejos.
2.- Cambios en el egobierno de tipo social
El dinero como motor del cambio
La relación del dinero con el eGobierno es bastante
peculiar. Por un lado, esta década ha sido la de una crisis económica
importante que ha influido en la capacidad de los gobiernos para impulsar
cambios. En segundo lugar, esta crisis, como señalábamos, ha influido en muchos
de los cambios: transparencia, control de cuentas o contratación no se pueden
entender sin un periodo de carestía y control público. Por último, y no por
ello menos importante: lo digital genera enormes cantidades de dinero. Las
empresas digitales lideradas por GAFA (Google, Amazon, Facebook y
Apple) tienen medios tecnológicos y económicos para hacer frente a la
acción pública. No sólo es eso, es que su modelo de negocio es tan boyante y
creciente que es díficil plantear medidas de control efectiva a sus
posiciones dominantes.
La economía digital está llegando a extremos difícilmente
controlables por la acción pública. Esto afecta a la capacidad de las
Administraciones de asegurar el cumplimiento de determinadas normas en su
territorio ante multinacionales presentes pero con sede en otros sitios. Esto
no es tanto un cambio en el e-gobierno, como un contexto al que adaptarse.
La privacidad, las cookies y la protección de datos
En la época en la que los datos son el nuevo petroleo, los
datos personales son especialmente sensibles. Si vamos a principios de la
década, la acción de los gobiernos sobre esos datos era quizá la mayor
preocupación. Sin embargo, el aumento de datos que vamos dejando por ahí, la
mejora de las técnicas de marketing digital y algunos escándalos de privacidad
como Cambridge
Analytica, han provocado preocupación pero, me parece, que pocos cambios en
nuestro hábito de vida.
Esto se ha trasladado a la acción legal. Primero hemos
tenido que adaptar leyes de privacidad a los nuevos instrumentos como las cookies.
En una sociedad global e hiperconectada esto lleva a problemas
de control de la legalidad. Esto, junto a la incapacidad de llevar esto
adelante a un ritmo suficiente, nos llevó a un cambio de enfoque con el RGPD europeo. Hablamos
menos de la tecnología y más de su uso y aplicación. Esto, por un lado nos
protege más, pero, por el otro, impide explotar el petróleo como otros sitios
si hacen.
Hemos pasado del miedo al gobierno, a la inconsciencia
del uso privado y necesitamos buscar un modo de adaptación a un contexto nuevo.
Esto requiere cambiar la ley y nuestros habitos y una nueva ética empresarial.
Las RRSS como medio de contacto
Vale que en 2010 ya había Facebook y Twitter. Es cierto que
en España no estaba aún tan activo como ahora, pero ya había gente adaptándose
y consumiendo. El caso es que aunque ya en 2010 la cosa no era solo de frikis,
si era aún algo lejano a ser de consumo masivo. La aparición de los móviles
supone un cambio importante. En la medida en la que las redes sociales crecen,
las Administraciones Públicas y, sobre todo la política, han buscado un hueco
en ellas.
Las redes sociales han pasado a ser un instrumento de
comunicación y diálogo de la acción pública y la ciudadanía. De hecho,
podríamos decir que, además de abrir múltiples posibilidades de dialogar,
orientar, guiar y resolver problemas, han establecido nuevos mecanismos de
acción. Sin embargo, también esto ha generado por un lado
conflictos lógicos a la hora de adoptar tecnologías y, además,
generando desviaciones
nuevas. Buscar más visibilidad que contenido, la atención al “escándalo en
twitter” y buscar la foto ha dado lugar a comportamientos fugaces e
irresponsables también en la Administración.
3.- Cambios en el egobierno de tipo tecnológico
Certificados e identificación
En 2010 los certificados digitales generalmente eran
difíciles de usar. En 2020 seguimos igual, especialmente en la firma. Podríamos
decir que, con los cambios que hemos tenido los últimos años es, incluso un
milagro que no sea aún más difícil. La compra de Sun
por Oracle (y su impacto en Java), las vulnerabilidades de seguridad
de los plugins para los navegadores han tenido un impacto importante. Además,
las Administraciones han tenido problemas para ver reconocida su autoridad o no
han respondido a tiempo a las exigencias de los navegadores de usar el
protocolo https para considerar seguro el uso.
Esto ha llevado a buscar enfoques alternativos para aligerar
la identificación (como Clave) de
identificación federada, aunque para algunos sectores su modelo federado es un
atentado a la privacidad. Eso sí, las expectativas del blockchain
como solución son altas, aunque generan un problema de control de la
identidad a los estados. Estos, para que negarlo, son muy celosos a la hora de
asegurarse el monopolio de creación y aceptación de identidades oficiales (creo
que por muy buenas razones).
Es decir, tenemos un cambio del contexto tecnológico y
normativo para un recurso estratégico en la acción pública: la identificación
de las partes y la fiabilidad del procedimiento válido
Computación en la nube y virtualización: de cosa de frikis
al cambio total
En 2010 la computación en la nube era una cosa bastante poco
expandida. Google Drive tenía un uso creciente en equipos de trabajo, pero aún
no era mayoritario. En una década, la mejora de las comunicaciones y del
almacenamiento han cambiado esto. Si en 2010 había que buscar en una empresa
espacio para servidores y previsiones de escalabilidad, hoy en día, Amazon es
el principal proveedor de hosting.
¿En qué se traduce esto? Pues en muchos cambios importantes.
Por un lado, hay un aligeramiento estructural y de inversión económica
importante que se deriva a servicios de software. Ahora bien, como os decía, la
normativa de contratos (y los hábitos administrativos) hace muy difícil
que las AAPP se aprovechen de estas tecnologías. Basta con que vayáis a decir
que queréis vender un servicio digital de suscripción a una Administración y
veréis la de facilidades que aparecen.
En segundo lugar, tenemos un cambio de responsabilidad
y control. En algunos casos (en teoría ya no con el RGPD y demás) los
servidores deben estar en territorio europeo y demás, pero ni esto siempre es
así, ni siempre es sencillo de controlar. Es decir, en contextos grandes
(donde tengo el hosting) vale, pero ¿y en servicios pequeños que pueden
almacenar datos? La norma es la misma pero el control es más complejo (¿donde
deja los datos de la cookie ese botón de me gusta del blog de la Comisión de
fiestas local?).
En resumen, la Administración va entrando en el mundo de la
nube que ofrece grandes ventajas de rendimiento, velocidad, costes y
colaboración, pero ofrece complejidades que no sé yo hasta qué punto se ha
preparado a resolver. Ni en contratación ni en uso.
Su alteza el Smartphone
Hace 10 años el iPhone era algo nuevo y caro. Hoy en día, es
casi imposible conocer personas que no tengan un smartphone conectado por
internet. No puedo ni imaginar todo lo que han cambiado estos aparatos. No sólo
han cambiado el concepto de brecha
digital, o aumentado el uso de elementos como la nube o las redes sociales
de las que hemos hablado. Han permitido la geolocalización como recurso
para usar servicios, la interacción casi a tiempo real con la administración o
la virtualización y aumento de comunicaciones, llevando la oficina a cualquier
sitio. Todo ello sin hablar de como la movilidad (no sólo lo movil) abre la
puerta al internet de las cosas y al aumento de los datos.
A lo largo de estos años nos ha dado tiempo a tener webs
anticuadas e inadaptadas a pasar por las apps y
darlas por casi muertas. Hemos tenido que cambiar la manera de hacer webs y
servicios para que valgan para la ordenador y móvil. La mayoría de las
búsquedas y de la navegación es móvil. El mundo digital es puntual, contextual,
ligero y a tiempo real… y todo eso en solo unos 10 años.
De las Smart Cities al data-science
Nos vamos al último punto que es el más importante. Todo lo
que ha pasado este año nos ha preparado para el futuro: los datos. En 2010 las Smart
Cities estaban empezando a ser una cosa. En 2020 creo que ya son solo
una pequeña pata de todo lo que tenemos por delante. Tenemos almacenamiento más
rápido, ligero y ubicuo. Conexiones ultrarrápidas que generan y envían datos y,
con el 5g, con una enorme capacidad de interacción. Tenemos una capacidad
de computación enorme que permite procesar los datos y buscar respuestas y una
economía del dato en la que su explotación (y no su posesión) genera enormes
posibilidades (y riesgos de privacidad). Lo dicho, casi que estos 10 años son
la puerta de lo que viene: los datos.
En estos años, hemos ido definiendo los recursos y
condiciones que marcan su uso. Ahora falta que la Administración sea capaz de
buscar la manera de usarlos y explotarlos como hace la economía digital sin
desnaturalizarse. En resumen los datos han cambiado mucho (open data, big
data, data analytics, data science)… pero creo que para establecer las condiciones
para usarlos de maneras que aún no atisbamos.
4.- ¿Los locos años 20?
En el siglo XX los años 20 fueron conocidos como los locos
años 20 por su crecimiento económico enorme y la despreocupación social del
momento. Ahora no creo que podamos hablar de un crecimiento económico enorme ni
de despreocupación. Sin embargo, creo que viene una década de enormes cambios
no tanto de contexto, como de uso.
Tenemos unas reglas del juego más acotadas, pero ahora con
el aumento de la IA, y en un tiempo de la computación cuántica, llevará a
probar nuevas cosas y planteamientos en la creación de servicios y de políticas
públicas. Esto ya lo ha empezado a usar tanto el sector privado como el “niño
mimado” de la innovación en la esfera pública (la política siempre incorpora
esto antes que la Administración, que para eso hay dinero), y toca que la
Administración lo haga.
No me cabe duda de que será así, y que poco a poco,
encontraremos experiencias y casos. El problema es si seguiremos el estilo
un poco a remolque y muy centrado en la caja negra de los cambios legislativos
que hemos señalados. Es decir, no creo que podemos hacer esta transición
bien con un legislador que diga, esta es la Ley y hay que cumplirla: ya
llegaran otros (diferentes administraciones, actores privados, etc.) para que
tenga efecto. La legislación y la Administración deberían trabajar coordinadas
con la sociedad y enfocando el tiro, pero esto es un proceso de aprendizaje.
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