"Los análisis estadísticos aplicados no dejan lugar a dudas: actualmente, tanto Madrid como Barcelona se encuentran inmersas en una nueva burbuja inmobiliaria"
Por Adrian Fernandez-Perez, Marta
Gómez-Puig y Simón
Sosvilla-Rivero. Nada es Gratis blog.- ¿Estamos ante una nueva burbuja inmobiliaria?
Si se ha hecho esta pregunta, no está solo. En la última
década, el
precio de la vivienda en España ha aumentado un 35%, acercándose
peligrosamente a los niveles alcanzados durante la burbuja inmobiliaria de
2008. Pero a diferencia de entonces, no sólo la compraventa de inmuebles está
en máximos: el alquiler también ha batido récords, con
subidas anuales de entre el 10% y el 13%.
Para entender el impacto de estas cifras, basta compararlas
con la evolución
del salario medio en el país, que creció apenas un 7.3% entre 2023 y 2024. Es
decir, los precios de la vivienda —tanto para comprar como para alquilar— suben
mucho más rápido que los ingresos de los ciudadanos.
A esto se suma un fuerte contraste con los índices de
referencia del Gobierno, que sitúan los precios del alquiler un 41% por debajo
de los valores reales del mercado. Este desfase alimenta aún más la sensación
de desconexión entre las estadísticas oficiales y la realidad que viven
millones de personas.
No es de extrañar, por tanto, que
el acceso a la vivienda se haya convertido en una de las principales
preocupaciones de los españoles, por encima incluso del paro o la crisis
económica.
Para analizar este fenómeno, recopilamos
datos de precios de venta y alquiler en 22 distritos de Madrid y 10 de
Barcelona, basándonos en información de Idealista.com, la principal
plataforma inmobiliaria de España. El estudio abarca el periodo comprendido
entre mayo de 2007 y diciembre de 2024, lo que nos permitió observar la
evolución del mercado a lo largo de casi dos décadas, incluyendo hitos clave
como el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008.
A partir de estos datos, aplicamos métodos
avanzados de localización de burbujas en los precios tanto de
compraventa como de alquiler. Este enfoque nos permitió identificar, de forma
objetiva, la aparición y duración de posibles burbujas sin necesidad de definir
previamente los periodos críticos. En otras palabras, dejamos que los propios
datos hablaran… y lo hicieron alto y claro.
Nuestro modelo econométrico confirma que ya existieron
episodios de burbuja inmobiliaria en el pasado reciente: en Barcelona, se
identificó una burbuja de precios positivos (el precio promedio supera el precio
inicial) entre mediados de 2015 y principios de 2018, mientras que en Madrid
esta fase se prolongó hasta el estallido de la pandemia de COVID-19, a
comienzos de 2020.
Pero volvamos a la pregunta central: ¿estamos ante una
nueva burbuja inmobiliaria? Desde principios de 2023, los mercados de
compraventa y alquiler en Madrid y Barcelona muestran señales claras de
sobrecalentamiento. En
marzo de 2025, ambos alcanzaron máximos históricos: en Madrid, el precio
medio por metro cuadrado fue de 5.331 euros para la venta y 21,40 euros para el
alquiler; en Barcelona, de 4.804 euros y 23,80 euros, respectivamente.
Los análisis estadísticos aplicados no dejan lugar a dudas:
actualmente, tanto Madrid como Barcelona se encuentran inmersas en una nueva
burbuja inmobiliaria.
¿Qué factores explican estas burbujas?
Nuestro objetivo no era únicamente detectar la existencia de
burbujas inmobiliarias en Madrid y Barcelona, sino también entender qué
factores podrían estar detrás de su formación. En otras palabras, no nos
conformamos con saber qué está ocurriendo, sino que también quisimos
responder al cómo y al por qué.
Entre los factores que explican la formación de estas
burbujas en las últimas décadas aparecen los ya conocidos “sospechosos
habituales”. El crecimiento de la población residente -impulsado
tanto por la migración interna como internacional- ejerce una presión
constante sobre los precios de la vivienda. Este efecto es especialmente
persistente en el mercado del alquiler, donde la población inmigrante tiene una
presencia proporcionalmente mayor, lo que contribuye a una demanda más
sostenida y, por tanto, a una subida prolongada de los precios. Esta presión de
la demanda no ha venido acompañada por un aumento equivalente en la oferta de
vivienda, lo que impide aliviar el desequilibrio del mercado y, en
consecuencia, contribuye a mantener alta la probabilidad de formación de una
burbuja.
Un mercado laboral sólido también impulsa al alza los
precios de la vivienda. Su efecto positivo sobre la economía se traduce en una
mejora de la capacidad adquisitiva de los hogares, lo que incrementa la demanda
tanto de compra como de alquiler. Basta pensar en ese vecino que, tras una
mejora laboral en la familia, pasó del alquiler a comprar su primera vivienda:
pequeñas decisiones como esa, multiplicadas por miles, acaban teniendo un
impacto significativo en el mercado de vivienda.
Las
bajadas en los tipos de interés también favorecen la aparición de
burbujas en el mercado inmobiliario. Esto ocurre porque, al reducirse la
rentabilidad de los activos seguros —como los bonos del Estado—, los inversores
tienden a buscar alternativas más rentables, aunque más arriesgadas, como la
compraventa de viviendas. Sin embargo, nuestro estudio revela un dato
interesante: el efecto de los tipos de interés en la formación de burbujas es
transitorio, y suele durar entre seis y doce meses.
Sin duda, el factor que más nos sorprendió fue el número de
turistas alojados en hoteles. Contra todo pronóstico -y
a pesar del creciente rechazo al turismo masivo, especialmente en ciudades como
Barcelona-, nuestro modelo econométrico reveló que el aumento de las
estancias hoteleras contribuye a estabilizar el mercado inmobiliario,
particularmente en la capital catalana.
Aunque este resultado podría parecer, a primera vista, un
artefacto estadístico, existen razones sólidas que lo explican. En primer
lugar, si la capacidad hotelera no crece al mismo ritmo que la llegada de
turistas, muchos optan por alternativas como los alojamientos de corta duración
(por ejemplo, Airbnb). Esto desplaza parte de la oferta residencial del
alquiler al mercado turístico, empujando a los residentes a buscar vivienda en
el mercado de compraventa, lo que acaba tensionando los precios.
En segundo lugar, el turismo genera ingresos fiscales
relevantes para las administraciones locales a través de impuestos y tasas.
Estos recursos pueden destinarse a mejorar infraestructuras como carreteras y
transporte público —facilitando el acceso desde ciudades dormitorio a los
centros urbanos—, así como a financiar políticas de vivienda pública o
asequible. Es decir, más turistas alojados en hoteles implican más recursos
para mitigar los posibles efectos negativos del propio turismo.
Por último, el atractivo y la estabilidad de la industria
turística española —particularmente en destinos de “sol y playa”— la convierten
en un valor seguro para inversores institucionales y privados. Una caída en el
número de turistas podría desviar estas inversiones hacia el mercado
inmobiliario residencial, elevando la presión sobre la demanda y, con ello, los
precios, sobre todo en ciudades que combinan fuerte presencia turística con
interés inversor.
Regreso al futuro: ¿estamos repitiendo la historia?
Ya hemos identificado los factores que explicaron las
burbujas inmobiliarias en las últimas décadas, pero cabe preguntarse: ¿también
están detrás de la burbuja actual? No encontramos motivos para pensar lo
contrario.
España
se ha consolidado como uno de los principales destinos de inmigración en Europa.
En 2022, fue el país con el mayor número de extranjeros por cada mil habitantes
en la Unión Europea, superando incluso a Alemania, y se situó entre los líderes
en porcentaje de población extranjera residente, con un 17,1%. Estos datos
apuntan a que el crecimiento de la población residente, tanto en Madrid como en
Barcelona, está ejerciendo una presión significativa sobre la demanda de
vivienda, contribuyendo así a la formación de la actual burbuja.
Nuestro análisis también detectó un claro efecto de contagio
entre los precios de compra y de alquiler en ambas ciudades. De hecho, el
modelo econométrico sugiere que la actual burbuja se originó en el mercado del
alquiler y se transmitió posteriormente al de compraventa. En otras palabras,
el alquiler está actuando como el motor principal de esta nueva burbuja.
Piénsalo así: ese vecino que decide lanzarse a comprar una
vivienda tras recibir la última carta de su casero anunciando una subida
sustancial del alquiler. Ese tipo de decisiones individuales, multiplicadas a
gran escala, explican cómo el encarecimiento del alquiler termina trasladándose
al mercado de compra, alimentando la escalada de precios en ambos frentes.
Esta presión de la demanda se ha visto amplificada por la
bajada de los tipos de interés desde mediados de 2024 y por la fortaleza del
mercado laboral español, factores que no han hecho sino alimentar —o inflar aún
más— la actual burbuja inmobiliaria.
Lecciones del mercado inmobiliario
Nuestro análisis deja varias lecciones importantes. Una de
las más sorprendentes es el efecto estabilizador que el turismo hotelero puede
tener sobre el mercado inmobiliario en ciudades como Madrid y Barcelona.
Medidas que limiten la llegada de visitantes a estos núcleos urbanos podrían
tener consecuencias negativas no solo en la economía local y las finanzas
municipales, sino también en la evolución del mercado de la vivienda.
Una advertencia importante: nuestro estudio no analiza
directamente el impacto de los alquileres de corta duración (como Airbnb) en la
formación de burbujas inmobiliarias. Aunque es razonable pensar que este tipo
de demanda puede presionar al alza los precios del alquiler, la evidencia sobre
sus efectos sigue siendo ambigua y no hay consenso claro sobre si son positivos o negativos.
Lo que sí queda firmemente establecido en nuestro estudio es
que cualquier política de vivienda efectiva debe centrarse en el mercado del
alquiler. Afortunadamente, tanto el gobierno central como varias
administraciones autonómicas parecen haber captado este mensaje, como reflejan
los recientes cambios legislativos orientados a regular este sector.
Por último, políticas que fomenten la movilidad hacia zonas
con menor presión demográfica y que impulsen la construcción tanto de vivienda
social como privada pueden contribuir significativamente a reducir la actual
burbuja inmobiliaria.
Gracias por leer nuestro blog. Nada es Gratis se financia en
parte con las cuotas de los socios de la asociación homónima, pero para llevar
a cabo sus actividades necesita la aportación desinteresada de todos aquellos
que deseen apoyar su labor. Dona aquí.