Páginas

miércoles, 16 de octubre de 2024

El dermatólogo de los famosos tiene la espera más larga en un hospital público madrileño, pero factura 17 millones en sus clínicas privadas

Pedro Jaén, jefe de dermatología en el Ramón y Cajal, encabeza el departamento de esa especialidad con la mayor demora media de la sanidad madrileña. Sanidad informa de que desde septiembre tiene permiso para no ir al trabajo, pero sus empleados no están al tanto. 17 de sus 27 médicos trabajan también para él en su negocio

Revista de prensa. El País. Fernando PeinadoNatalia Jiménez Segura. El dermatólogo Pedro Jaén tiene dos trabajos, uno privado y otro público. El primero va como un cohete. El segundo, de mal en peor. Él es un médico estrella. Aparece regularmente entre los 100 mejores de España de la lista Forbes, a menudo es entrevistado por los medios de comunicación y, según reportajes recientes, atiende a clientes de relumbrón como la Reina Letizia o el presidente, Pedro Sánchez, y su esposa, Begoña Gómez. Ha montado un imperio de la dermatología y la estética, el Grupo Pedro Jaén SA, que tiene cuatro clínicas y dos centros de cirugía en Madrid, y que ha visto crecer sus ingresos año a año desde la pandemia. Facturó 8,1 millones de euros en 2019 y, en 2023, la cifra subió a 17,8 millones. En un vídeo colgado a la página de Facebook de su empresauno de sus dermatólogos, Sergio Vañó, lo eleva a las alturas: “El grupo Pedro Jaén es a la dermatología española como el Real Madrid lo es a la historia del fútbol”.

Mientras él se ha hecho de oro, la situación se ha deteriorado mucho en el servicio de dermatología que dirige en uno de los grandes hospitales públicos de Madrid, el Ramón y Cajal, en el norte la capital. Su departamento tiene las peores cifras de espera en esa especialidad de todo el Servicio Madrileño de Salud (Sermas): en 2019, la demora media era de 72 días y en agosto de 2024, último dato publicado, era de 241 días. El colapso es tal que Comisiones Obreras denunció hace dos semanas que los médicos de Atención Primaria ya no podían derivar pacientes a este hospital porque han cerrado agendas. El calendario de 2025 se ha llenado y el sistema no les permitía citar para 2026 ó 2027.

Esta suerte dispar de su negocio y el servicio público se ha producido mientras la línea que separa uno y otro ámbito se difuminaba. Jaén ha contratado para sus clínicas a 17 de los 27 médicos que aparecen en el directorio de dermatología de ese hospital público, al que ha tenido acceso EL PAÍS. (Jaén también ha reclutado al jefe de dermatología del Hospital Severo Ochoa de Leganés, Adrián Imbernón). El pasado jueves a las diez de la mañana, Jaén se encontraba pasando consulta en una de sus clínicas madrileñas, en el extremo norte de la calle Serrano. Tenía la agenda llena de pacientes con previsión de acabar pasadas las dos de la tarde. Mientras, en el norte de la capital, los miembros de su departamento en el hospital aseguraban que no tienen noticias de él desde hace meses. “No viene apenas por aquí”, decía una empleada. “Yo llevo sin verlo desde la primavera. Debe estar en una de sus clínicas en zonas VIP”.

Lara Jaén, su hija y directora de comunicación en la empresa, desatendió el jueves una solicitud de EL PAÍS para hablar con su padre. Ese día, dio dos respuestas contradictorias sobre la situación de este. Primero, respondió al teléfono que su padre sí va al hospital, pero dos horas después, mandó un mensaje escrito en el que aseguraba que el hospital y la Universidad de Alcalá, donde imparte docencia, le habían concedido un “año sabático”.

“El Dr. Pedro Jaén, en colaboración con la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad Tumaini de Tanzania, se encuentra investigando en cáncer de piel, además de estar en la dirección de tesis doctorales. A pesar de ello, está al día de la situación del servicio, que dispone de una estructura de gestión con tres jefes de sección”, dice su respuesta escrita.

Antes, una portavoz del Ramón y Cajal había asegurado que Jaén “sigue siendo el jefe” y que lo había visto en este centro sanitario el día anterior. Y este lunes, en respuesta a una cuestión de este periódico sobre la situación del servicio, un portavoz de la consejera de Sanidad, Fátima Matute, decía que Jaén tiene una “excedencia” que “le faculta para no estar en el hospital desempeñando su normal función”. Por escrito, respondió que “el jefe del servicio de dermatología es el doctor Pedro Jaén, que tiene reconocida la compatibilidad para el desempeño de una segunda actividad. Toda la actividad profesional y situación laboral de este profesional en este momento está respaldada y sustentada legalmente”.

Jaén sigue apareciendo como jefe de dermatología en el directorio interno del Ramón y Cajal. En marzo, la Consejería de Sanidad madrileña celebró en una nota de prensa que era uno de los 36 médicos de la sanidad pública autonómica en el top 100 de España, según la revista Forbes.

Jaén ha continuado en el hospital a pesar de haber superado la edad de jubilación. Fue nombrado jefe de dermatología en 2003, procedente del Hospital de Guadalajara. En los años noventa, había montado su propia clínica privada, cuando comenzó a crecer la dermatología estética. Su negocio ha prosperado gracias a que supo anticiparse al creciente furor por los pinchazos de bótox y otros retoques estéticos, según las fuentes del sector. Viajaba a Estados Unidos con regularidad para estar a la vanguardia de su especialidad. “Es un profesional inquieto y de gran prestigio académico”, según un dermatólogo reconocido que pide anonimato.

Entre 2014 y 2022 presidió la sociedad científica del ramo, la Academia Española de Dermatología y Venereología. El Ramón y Cajal informa en su web de que en los últimos tiempos, se ha convertido en el hospital madrileño más demandado por los futuros residentes de Dermatología para formarse en la especialidad”. En cuanto a los negocios, su mayor expansión se ha producido en los últimos cuatro años, cuando ha abierto varios centros por Madrid, entre ellos el de Serrano y La Moraleja.

El éxito de su empresa ha llevado a Jaén a descuidar su obligación en la sanidad pública, según varias fuentes con conocimiento directo. “Este hombre nunca ha cumplido su horario que, por reglamento, es de ocho de la mañana a tres de la tarde”, le recrimina Juan Antonio Molero, que fue delegado de CC OO en el hospital entre 2007 y 2019. “El problema”, continúa Molero, “es que el hospital se lo ha permitido. Deberían vigilar su horario”. El Ramón y Cajal está dirigido desde septiembre del año pasado por Carlos Mingo, que tomó el relevo de Juan José Equiza, quien llevaba desde 2014 en el cargo.

Los jefes de departamento ganan un salario base de 70.731 euros al año. Si se añaden distintos complementos, ese sueldo puede ascender hasta los 89.315 euros. Según el portavoz de Sanidad, como Jaén es docente desde hace años en una universidad pública madrileña, la de Alcalá, cobra de ese centro y no del Sermas. Un portavoz de la universidad confirma que le pagan “la mayor parte de su sueldo”, pero que también cobra un “extra” del hospital. Añade que el tipo de permiso es “sabático”. Se le concedió en junio, -cuando la demora media era de 198 días- y comenzó el 1 de septiembre.

El portavoz agrega que Jaén es funcionario de la universidad a tiempo parcial y que eso supone que sus horas de trabajo no se reducen, pero sí disminuye sensiblemente su sueldo, Aunque parezca contraproducente para Jaén, este arreglo se explica porque a cambio del permiso para desempeñar trabajo privado, los funcionarios deben renunciar a parte de su remuneración, explica. En el momento de la publicación del artículo no ha sido posible conocer su salario. Fuentes de la universidad subrayan que es una suerte contar con Jaén: ”Nos da más a nosotros de lo que le damos a él”.

Una profesional de Dermatología en el hospital dice bajo condición de anonimato para no dañar la relación con su jefe que, desde la pandemia, Jaén ha ido desapareciendo gradualmente del hospital. La tarea de gestión ha recaído sobre una jefa de sección, Bibiana Pérez, quien también es empleada del grupo Pedro Jaén. Los dos empleados del departamento con los que ha hablado EL PAÍS no tenían noticia del permiso sabático de Jaén.

Una de las trabajadoras lamenta que el servicio se haya deteriorado, “como toda la sanidad pública”. Los pacientes se quejan por las largas demoras. “Es que nos viene gente que está en espera y empeora. Acaban llegando por urgencias”. Entre otros, los dermatólogos atienden a personas con manchas sospechosas de cáncer.

Baja productividad

Es cierto que las listas de espera han empeorado de manera generalizada desde la pandemia y que Dermatología es la especialidad con más pacientes en cola del Sermas -103.768-, en parte debido a la preocupación por el cuidado de la piel y el miedo a manchas que puedan ser malignas. La demora media total en los 28 hospitales con dermatología ha empeorado en todo el sistema: en 2019 era de 37 días y ahora es de 74 días. Ha crecido el doble. Sin embargo, el deterioro ha sido mucho mayor en el departamento de Jaén (la demora media ha subido más del triple, de 72 a 241 días).

Además, otros datos oficiales muestran que su servicio no funciona tan bien como debería. En 2023, tuvo una de las tasas de productividad más bajas de los 28 hospitales con dermatología. Un dermatólogo en Madrid ve de media al año a 3.158 pacientes, pero los del Ramón y Cajal atienden a 2.608, la octava tasa más baja del sistema y la segunda más baja de los hospitales nivel III (los ocho más grandes). Los pacientes han puesto 240 quejas entre el 1 de enero y el 4 de octubre de 2024, un 87% más que en el mismo período del año pasado, según datos de la Consejería de Sanidad a los que ha tenido acceso EL PAÍS.

El portavoz de Sanidad no alude a que exista un problema de plantilla que pudiera explicar el bajo rendimiento. De hecho, explica que el hospital ha cubierto los huecos por reducciones de jornada o cuidados. Para resolver el atasco, el centro ha implementado las “e-consultas” (interconsultas clínicas entre el médico de atención primaria y el dermatólogo) que evitan la necesidad de atención presencial y agilizan la respuesta.

La ley permite que los médicos compatibilicen su trabajo público con otro en la privada. De hecho, con el crecimiento de la sanidad privada en Madrid, se ha vuelto cada vez más común que los facultativos de la pública combinen sus empleos, según José Manuel Freire, profesor en la Escuela Nacional de Sanidad-Instituto de Salud Carlos III. Esto supone unos riesgos, sobre todo en el caso de los jefes de servicio, añade. “Tienen un poder enorme sobre la carrera profesional de los suyos. Pueden disponer de mano de obra barata de sus subordinados y promocionan a los médicos en la medida en que sean serviciales en la carrera privada de tu jefe”, dice Freire. “Este parece un caso claro de monetarización en provecho privado del prestigio de profesional alcanzado en la sanidad publica”.

Además, como los controles de horarios por parte de las gerencias suelen ser laxos, este sistema favorece el absentismo en la pública para dar preferencia al negocio privado, dice el doctor Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP). Este grupo aboga desde hace tiempo por la exclusividad, aunque muchos defensores de la sanidad pública consideran utópico implantarla porque provocaría protestas y huelgas. Sánchez Bayle cree que esta doble dedicación es la causa de que no se implanten turnos de tarde en los hospitales. “Tenemos una infrautilización de la sanidad pública por culpa de estos intereses espurios”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario